Dominium

Dominium es una obra site-specific presentada y producida para la muestra Aluvión de SACO Bienal de Arte Contemporáneo, en Chile, que consiste en una intervención lúdica sobre el muelle de Antofagasta, utilizando el concepto de lo que se conoce popularmente como efecto dominó, o Domino Show.

Configuré una fila de fichas de dominó que termina al final del muelle. Cualquier condición del espacio, ambiente, clima, o movimiento en el muelle podría empujar las fichas que, por efecto, hará que la última ficha de la fila termine cayendo al vacío, sobre las aguas del puerto. 

Como valor simbólico añadido, todas las piezas del juego de dominó fueron elaboradas en material efímero, cerámica de arcilla biodegradable, de manera tal que el estado físico de cada uno de los elementos de la hilera estará sometido también a los efectos desgastantes de la atmósfera o de las irregularidades del clima que predomine durante el periodo de la bienal. Como es lógico, por su propia composición precaria, la última ficha de la línea terminará disolviéndose cuando caiga al mar. En términos metafóricos, no se trataría solo de una acción condicionada por la destreza de montaje, el nivel de ecuanimidad y control de nervios, sino también de un sutil ejercicio de forcejeo lúdico contra el tiempo. 

Como puede inferirse de la concepción simbólica y los procedimientos de esta acción artística, la obra hace alusión directa al carácter de vínculo, de concatenación que se advierte entre los conflictos políticos, sociales, ambientales y sanitarios, que ha padecido en los últimos años Latinoamérica y el mundo globalizado. Todo acontecimiento, acaecido de manera súbita en este universo inter-dependiente e inter-comunicado que hoy disfrutamos y padecemos al unísono, condicionará inexorablemente -para bien o para mal- el curso de las actuales y futuras proyecciones cívicas, doctrinales, filosóficas. Por eso tenemos que adquirir mayor conciencia sobre la responsabilidad de compulsión, de dominio o potestad sobre determinados actos públicos y sus consecuencias.

La fila de fichas es de 15 metros de largo, compuesta por 600 fichas, número que simboliza desarrollo espiritual, equilibrio, responsabilidad, oportunidades, potencial, fiabilidad, infinito y eternidad. Cualidades necesarias para una oportuna estabilidad social globalizada.

Esa construcción lineal, expuesta durante todo el periodo, esa posibilidad infalible de un impulsivo y retórico derrame de las fichas en el suelo, y el gesto expectante y liberador de una pieza de dominó cayendo al vacío, proyectándose sobre el agua, tiene que ver alegóricamente también con el alcance, la fuerza de impacto de los torrentes o aluviones políticos, sociales o naturales; con la noción cierta de que ellos pueden ser presagiados, afrontados de manera colectiva; pero también trágicamente re-editables cada cierto periodo de tensión histórica.   

Aimée Joaristi

En respuesta al llamado internacional de la bienal SACO recibimos más de doscientos proyectos ideados para instalarse en el Muelle Histórico Melbourne Clark en Antofagasta, en el norte de Chile, capital del Desierto de Atacama. En 2021 la temática a abordar evocaba un trágico acontecimiento que tuvo lugar en esta ciudad costera hace exactamente 30 años, aluvión. La apuesta curatorial desde un hecho histórico y puntual se extrapoló hacia la experiencia genérica de un apocalipsis, en escala desde individual hasta global, evocando relevantes reflexiones sobre los procesos de trauma y sanación.

Entre 233 propuestas para este site specific el jurado internacional recibió un proyecto de Costa Rica, que proponía instalar seiscientas piezas de dominó a lo largo de esta patrimonial lengua de madera y hierro, que se introduce en el Océano Pacífico. Aimée Joaristi no dejó en su proyecto espacio para la suerte o la especulación: “Cualquier movimiento en el muelle ocasionará, inexorablemente, la caída de la última ficha al mar.” La paulatina y gradual desintegración del conjunto (con acento al conjunto, y no a la tan frecuentemente ilustrada en el arte contemporáneo figura individual), constituyó el valor trascendental de esta apuesta. Es un proyecto que si no perteneciera al campo del arte, podría formar parte de la sociología o ciencias políticas. El efecto dominó consiste en que con cualquier temblor la totalidad se viene abajo. Si se cae uno, se caen todos. Otros dependen de ti y viceversa.

En ningún país se juega tanto al dominó como en Cuba. Se podría decir que el dominó es la resistencia, la manera de olvidar y de sobrevivir. Exige la proporción perfecta entre la suerte y el pensamiento lógico. Se adapta a cualquier mesa. Es un juego minimalista por excelencia, frágil en forma pero eterno en el intento de superación, como la isla.

La ubicación que propuso Aimée para la fila es el borde del muelle. Acorde a su definición, dentro de la museografía de la exposición Aluvión, la última pieza de la obra Dominium está parada siempre al borde del precipicio. El segmento más débil o el que se encuentra en la ubicación más desventajada, al momento de cualquier turbulencia o pérdida de equilibrio se cae al agua. Es una metáfora de la humanidad y sus desequilibrios, donde aunque aparentemente todos somos iguales, siempre hay alguien que paga el precio más alto. No hay un renacer sin una víctima. Cada vez que un espectador o un mediador en el muelle trata de poner la fila de pie, falta una pieza más que ayer. La sociedad se levanta después del derrumbe, algunos enteros, otros incompletos, con fracturas o fisuras. Vamos avanzando, lentamente, hacia adelante, uno tras otro. Tan lento, que a veces pareciera que nada cambia, que la marcha se detuvo. Solo que cada vez hay menos piezas delante de uno, separándonos del abismo. El borde del muelle se acerca, y con él, nuestro turno. El memento mori nos hace recordar que sí, estamos vivos.

No existe un loop análogo, sin embargo Dominium pareciera ser un dispositivo que al terminar un ciclo inmediatamente comienza uno nuevo, y así, infinitamente, o bueno, hasta que se acaben las fichas. El eterno juego de levantar tantas piezas, solo para darse el corto placer de verlas todas cayendo, una tras otra, en un juego fatalista. Y empezar de nuevo. Y de nuevo. Quién no lo ha hecho. En el conjunto parado y ordenado hay un implícito e inevitable derrumbe que se asoma, hay inquietud y tensión en el aire, lo miramos y ya sabemos que tarde o temprano sucederá, no queremos pestañar, para no perdernos este momento. La fila caída a su vez, está envuelta en quietud y esperanza. Lo peor ya pasó, es el momento de levantarse.

Joaristi predetermina la destrucción total de su obra. El deterioro y la gradual desaparición están inscritos en el proceso, forman parte de lo preconcebido. Asegurándose que no quede nada, la artista elige greda sin hornear, para que la materialidad de la cual fueron elaboradas las fichas, vuelva a ser parte de la tierra lo antes posible, sin contaminar, se mimetizándose y fusionándose con el fondo del mar. La muerte finalmente no es más que la reintegración con la materia inicial. La descomposición de las piezas en el muelle de Antofagasta resulta también una inevitable consecuencia de las pisadas, patadas, el viento, la manipulación y la diversión. Es el precio de estar donde está la vida, en el exterior. Resulta más que probable que en un cubo blanco como una galería o un museo, la obra hubiese sobrevivido los dos meses de exposición, sin mayor menoscabo. El uso conlleva el desgaste.

En el Muelle Histórico Melbourne Clark los mediadores invitan a los transeúntes a levantar y botar las piezas. Los niños sentados en las viejas tablas que recuerdan los tiempos cuando Antofagasta formaba parte de Bolivia, inconscientes del peso simbólico del lugar, arman la fila de cerámica buscando espacios rectos en la madera desgastada. Un desafío difícil, ya que de superficie horizontal durante más de cien años de la construcción no ha quedado mucho. Un desafío sin fin, que al enfrentarlo se nos gasta la vida. Pero, aun así, siempre empezamos de nuevo.

Dagmara Wyskiel
Directora y curadora, Bienal de Arte Contemporáneo SACO

Esta instalación fue realizada con el apoyo del equipo de producción de la I Bienal de Arte Contemporáneo SACO