Luto

Luto es igual a ausencia
a miedo
a falta de amor.

Me estrangula el vacío
los huecos
roedores de asfalto.

Tristes burlas de hombres
de mar muerto
de Capitolio sin pilares.

Todo se derrumba
y no estás
ya no respira la palma
ni endulza el azúcar.

Morenas desteñidas
y blancos grises
que ni el Pantone recrea.

No existe la risa
sólo muecas…

Tendida

Hoja pasmada,
ola seca,
color inodoro.

Oigo la música rascar,
mientras el ciego cruza la calle.

El cacharro frena,
el ciego ríe,
se agacha a recoger una colilla prendida,
fuma y vuelve a reír.

El cielo era azul hace años,
ahora solo huele a color alcantarilla,
a séptico.

No existe la bandera.

Pienso en mi barrio exiguo,
no tengo recuerdos,
solo de pan hueco,
y una mulata que al verme grita:
¡Flaca fea!

Tiene razón,
no tengo bandera,
ni comida.

No soy yo,
es otra que no existe,
que vive allí,
donde se ama y se odia.

Vaso roto

Un vaso roto, un grito, una canica, una sábana arrugada, legañas, sudor, pintura roja.

No más pétalos de luz entrecortada, es tarde y sigo atorada en mis botas, sin cordones en mi refugio, sin sueños.

Un pañuelo bordado o un simple Kleenex enrollado en su mano rígida y acartonada.

Su memoria es la mía. Dicen que nos parecemos, histriónicos y abundantes, sobrados tantas veces.

Recuerdo aquel beso robado en la quietud del ascensor, ese silencio de vitiligo insoportable mientras subo y voy contando pisos. Cuarto a la derecha.

Se abre súbito el ascensor y allí estaba.

¡Tantas cosas!

Fast forward… 40 años.

Pienso en padre y en la soledad de su gran casa, en los chasquidos del hielo contra el vaso corto del whisky, bálsamo de paz y olvido.

Mamá espera y nadie llega. Fue feliz en Cuba, en España… ¿Y después?

Culpa y machacada sobre mis pechos.

¿Distopias, o solo memorias?

Dolor

Eres peor que dolor
no te escondes medicado
no te borras con amor
ni te distraes con el sueño.

Eres pesadilla constante
virulento sin razón.

Un sátrapa te instaló
y aún tieso
repartes escapularios de la mentira
más grande
jamás esgrimida como un Dios

Poeta maldita

Cuadros sedientos de risas, petulantes, malditos,
quiten de mí sus ojos,
que el quehacer es propio y no los controlo.

Latigazos como machetes redoblan en los portones del estudio,
pican sobre el techo de lata gris,
tormenta de fastidiosos recuerdos,
de olvidos impenetrables.

Llueve y llueve… Refugio de escape y escondite.
¡Pinta!―me digo―que así ni hablas
ni piensas en mentiras y chismes mal contados.
El que escucha también miente, pero no pinta.

Poeta maldita sería, de no saber pintar.

Manchas como hojas de vid seca mauve y moradas
salpican la pared y el piso,
entre mi frenético subir y bajar
para embarrar el cielo inalcanzable del lienzo,
grande como un mundo melancólico.
Azul y rosado, hacen morado, pienso.

Poeta maldita sería, de no poder pintar.

Apago el falso día de bombillos LED y marcho por el camino
de piedras volcánicas hasta el umbral de la casa negra.
Miro de reojo el valle hundido
y percibo la silueta de las “Tres Marías”,
entre el chasquido inquieto de mis botas.

Poeta maldita sería, de no saber pintar.

Cotidiano

No eres bendita, me repetía...

La soledad puede con todo.

Te había pedido me dejaras la colección de porcelana china
la caja de vidrio con los ratoncitos que encargaste en Paris

Todo cobra sentido
se amarra a tus huesos y a tus cuentos.

Tía Edelmiria te pedía
quiero ser Condesa como tú
déjame tu título
sueño con princesas y fiestas en la Habana.

Todo pasa, todo se rompe
se apaga el mismo sol mientras se llena el cubo
me interpela el trapo de piso.

Olvídate de eso….