Cinema

Había una vez un planeta cuyos habitantes color neón vivían felices, sintiéndose los dueños del Universo, porque no sabían (o no querían saber) que no eran sino un satélite en medio de un espacio pletórico de planetas que brillaban por sí mismos, a los que imitaban con su luz de neón.

Este es el cuento que subyace en esta muestra de pinturas al acrílico en gran formato sobre fotogramas de viejas películas de ovnis y alienígenas de los años cincuenta y sesenta, rodeados de marcos de luz neón.

La idea nació cuando leí que a pesar de que ni un solo ovni ha sido interceptado por un satélite sobrevolando la Tierra, una de cada cinco personas en todo el mundo considera verídicas las historias sobre abducciones alienígenas y lo más interesante, es que no son las mujeres la mayoría de creyentes, sino que son hombres. Será porque les resulta una buena excusa, digo yo.

Aquí comencé a reírme de las cosas que nos creemos porque no queremos vernos o porque no sabemos hacerlo.

Planeta Wannabe es el planeta de quienes prefieren aparentar y brillar con luz artificial, que simplemente ser, a la luz del sol. Aquí cabe el fotograma de Nabucodonosor de la antigua película muda, “Intolerancia”, reconvertido en “el Banquero de Avenida Escazú”, hasta los Tres Chiflados del planeta Nibiru.

En este planeta todo parece mejor, todo es superior y más bonito, porque juegan el juego de las proyecciones que todos jugamos, poniendo en el otro el lunar que no nos reconocemos. Es un planeta de alienígenas que no saben nada de la realidad, (ni quieren saber), su vida transcurre en el mundo de los ovnis y las apariencias.

Y parafraseando a Paul Eluard, yo digo con él, “Hay otros mundos, pero están en éste” y lo presento aquí, entre payasos, platillos voladores, planetas, meteoros y symbos, banqueros, magos y alienígenas varios, que hablan el lenguaje interplanetario que me inventé para conectarme con los habitantes de cualquier planeta y ahora comparto con ustedes.

Aimée Joaristi