Receptáculo

La experiencia creativa de Aimée Joaristi ha estado condicionada casi siempre por un dilema de contención y resguardo; dirigido expresamente hacia el cúmulo personal de memorias y sentimientos. En ocasiones ese propósito puede verse reflejado en su obra desde una visión neofigurativa más o menos accesible o hermética. Pero una vez descubierto por parte del espectador, este reconocerá de inmediato el empleo de composiciones que enfatizan esa noción simbólica de retención. Puede tratarse de la representación de un entorno natural o ficticio, de un escenario arquitectónico reservado, íntimo; de un organismo biológico y algunos de sus componentes vitales; o de alguna estructura geométrica, como aquellas que acostumbraba a realizar a inicios de su trayectoria artística. Todas estas opciones de demarcación, de delimitación, han estado al alcance de la creadora en aras de lograr el recuadro de un instante vital; una especie de stop motion de sensaciones evocativas y sublimes.

En la serie Receptáculo esa tendencia a la contención ha sido llevada a un punto máximo de testimonio, y hasta de cuestionamiento. Si hay un proceder, un modo que aporta riqueza, complejidad alegórica al conjunto -por encima del hecho mismo de haber sido denominado con un término alusivo a la cavidad, la inserción- es justamente aquel que sugiere una interrelación visual distorsionada, ambigua, entre la constitución física del recipiente (una vasija, un búcaro, una jarra, un vaso…) y el entorno natural donde este se ubica. Tal selección de pares: objeto y entorno natural no es aleatoria, como algunos pudieran pensar, remite una vez más a esos dos ámbitos conciliatorios en la vida de Joaristi: la sutil inclinación hacia lo arqueológico, el coleccionismo de objetos vetustos con fines ambientales y decorativos, y la naturaleza como escenario de vida.

Pero lo interesante es que esa interrelación entre el objeto y el entorno dentro de la serie Receptáculo, se distancia por completo de las convenciones ópticas, para consagrarse a las mezclas, las transparencias, la fusión anárquica, surreal. La artista intenta todo el tiempo romper el orden habitual de figura fondo, primer y segundo plano. El objeto parecer pesar y levitar al unísono, traslucir y disimular el ambiente; mientras que el ambiente juega todo el tiempo a devorar y regurgitar la configuración de ese mismo objeto, su valor gravitacional; una impresión que se hace mucho más intensa en aquellos recipientes que la artista reproduce con percepción de vidrio o cristal.  

Haciendo una reinterpretación metafórica de la serie, podríamos afirmar que el contenedor se convierte en contenido, y viceversa. La instancia de todo aquello que se desea retener, guardar, “congelar” para siempre, circula de manera ingrávida entre uno y otro estado, sin encontrar dominio seguro. La forma etérea del recuerdo, del sentimiento, solo se hace conveniente, presumible, en la dimensión abstracta de la mente y el cuadro.

David Mateo
Crítico y curador de arte

Girasoles. 2023. Técnica mixta. 156 x 205 cm

Agua fresca. 2023. Técnica mixta. 90 x 74 cm

Botella. 2023. Técnica mixta. 97 x 74 cm

David. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Fiesta. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Taller. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Verano. 2023. Técnica mixta. 50 x 40 cm

Mujer. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Desnudo de mujer. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Bodegón. 2023. Técnica mixta. 153 x 115 cm

Mirándote. 2023. Técnica mixta. 97 x 74 cm