Cayados y sudarios

 

La serie Cayados 8784 encarna de manera alegórica todo el tiempo transcurrido durante los 12 meses del año 2020, y el primer día del 2021, con su carga lógica de nuevas expectativas. Es una instalación integrada por 13 bastones de cerámica, semejantes a los empleados en la religión Yoruba, que simboliza -cronológicamente- los estados físicos de riesgo y las fuertes situaciones emocionales por las que transitó la artista Aimée Joaristi a lo largo de este periodo.

Se trata de una representación de carácter esencialmente biográfico, pero que encierra desde una perspectiva simbólica, un tipo de vínculo aleatorio con las contingencias y vicisitudes que pudo haber enfrentado también una buena parte del mundo civilizado en esta controversial transición de tiempos. 

La producción de la obra aún está en proceso, pero hemos decidido incorporar a modo de referencia imágenes de bocetos y algunos bastones ya concluidos: Taipán, que alude al contrapunteo drástico entre la mentira y la traición; Yoruba, que comenta sobre la antítesis entre fortaleza y fragilidad; y Palpitaciones, que pone a confrontación dos sentimientos humanos significativos: el amor y el desamor.

Los bastones estarán fijados al piso; “sembrados” (metafóricamente hablando) en el suelo de un recinto lleno de escombros. Estos escombros serán extraídos por la artista de casas o edificaciones derruidas y cercanas al lugar elegido para la exhibición. Bordeando los bastones, en forma de semicírculo, se colocarán una serie de paneles recubiertos en blanco, sobre los que se proyectarán las sombras difusas de una figura femenina contrayéndose o gesticulando de forma angustiosa, dramática. Como ha se suponerse, las proyecciones también generarán un sin número de efectos sugestivos de sombras sobre los bastones esparcidos en el espacio. La parte trasera de ese semicírculo de paneles estará sostenida por una estructura de madera, la cual simulará -a partir de tratamientos técnicos contemporáneos- una construcción tribal o nativa. Pero si las circunstancias materiales no lo permitieran, la proyección del video podría realizarse directamente sobre las paredes de la galería que acoge la instalación. Se pretende ambientar toda la obra con una composición sonora, a modo de ruidos o susurros inquietantes.

David Mateo

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La circunstancia creativa y de vida de la artista Aimée Joaristi ha estado marcada en los últimos años por tres nociones esenciales: contratiempo, sobrevivencia y reafirmación. Es tan intenso el vínculo que se advierte en esa trilogía de estados y conceptos, que es imposible tratar de analizar cualquier experiencia relacionada con su comportamiento artístico o social sin tenerlo en cuenta, y sobre todo sin sopesar el ciclo permanente de causa y efecto, de concatenaciones que genera.

Pero Aimée Joaristi no es una artista indefensa, vulnerable (y dudo mucho que lo llegue a ser algún día). Ella asume todos los accidentes azarosos de su biografía (que no han sido pocos, ni de riesgo menor), con la misma voluntad y fortaleza con la que se aproxima a los infortunios colectivos. El sinnúmero de obras pictóricas, instalativas y videográficas, que ha dedicado a los antagonismos de género; a los feminicidios ocurridos en su país de formación y acogida (Costa Rica); y a la situación de pandemia internacional reciente, constituyen magníficos ejemplos de ello. 

Los bastones que agrupa en la obra Cayados discursan precisamente sobre esas experiencias de agitación existencial y sentimental (propias y ajenas), sobre esos momentos indelebles, definitorios, compulsados por situaciones de caída, superación, y ratificación. Pero la selección morfológica del símbolo: el bastón, y del material inusual que ha empleado para confeccionarlos: la cerámica, le imprimen a la obra un matiz de contrasentido. Saltan a la vista un par de preguntas básicas: ¿Hay algún recurso compensatorio, algún artificio más eficaz que nuestra propia perspectiva mental para la lucha y la sostenibilidad? ¿Hasta dónde podemos confiar en los remedios convencionales de salvamento, en las “instrumentalidades” fetiches, aquellas que ha sido extremadamente usadas para la compasión y la autoridad simbólica, para la sanación física y el mito? Esta última pregunta cobra todavía un carácter más mordaz con la idea ingeniosa de la artista de incrustar sobre la superficie de los bastones algunos efectos sugerentes, como el de las texturas óseas, las venas y las espinas vegetales; y sobre todo al ubicar en un punto neurálgico de la estructura de la pieza, o al otorgarle carácter se asidero, de apoyatura, a un grupo de imágenes identificadas con esa misma fluctuación dramática en la que ha estado inmersa como ser humano: una vértebra, un corazón, la noción simbólica de deslealtad tipificada en la figura de una serpiente… Por último, y como un método no menos importante en ese sentido de antinomia, está la inversión sarcástica de significados que nos induce Aimée Joaristi con la connotación fonética del denominativo Cayados. O sea, parece que estamos en presencia de bastones que rebasan su etimología regional; que sujetan en silencio, que contienen, ca(ll)ados, el dolor, la angustia; pero que -paradójicamente también- pudieran estar haciendo todo lo contrario.

David Mateo

Crítico y curador de arte

La acción de videoperformance Vacuo habla del vacío de un alma en pena, así como el estar muerto en vida. Es una incitación para sentir la muerte como un paso más de la vida, cuestionando así, la vida y la muerte como estados absolutos.

Vacuo significa Vacío buscando antagonizar al espectador para que cuestione el mismo título y profundice en la gran pregunta final.

Este videoperformance es parte del proyecto inter y multidiscipinario Cayados, que encarna de manera alegórica todo el tiempo transcurrido durante los 12 meses del año 2020, y el primer día del 2021, con su carga lógica de nuevas expectativas. Es una instalación integrada por 13 bastones de cerámica y el presente videoperformance, semejantes a los empleados en la religión Yoruba, que simboliza -cronológicamente- los estados físicos de riesgo y las fuertes situaciones emocionales por las que transitó la artista Aimée Joaristi a lo largo de este periodo.

Los Cayados se instalan en el espacio en conjunto con una serie de obras pictóricas, Sudarios, que complementan museográficamente y conceptualmente.

Los dos elementos que componen la instalación se vinculan para propiciar una especie de tensión paradójica, entre vida y muerte, resistencia y sacrificio... El sudario, palabra generalmente relacionada con la representación simbólica del manto de cristo, tela o velo que cubre el cuerpo sagrado inerte, cobraría un doble significado en esta obra. Puede remitir por contraposición también a la evidencia de “secreción”, de “exudación” causada por el esfuerzo del trabajo físico e intelectual; una especie de clave de la perseverancia y la trascendencia cotidiana. En tanto los Cayados hacen referencia a los estados emocionales fluctuantes de la autora; también hacen alusión al sentido de apoyo, de sostén; a la voluntad sistemática por prevalecer en el intento. El número 5 ha sido utilizado con todo propósito, ya que la cifra remite a las nociones de cambios, mutaciones, audacia, rebeldía y libertad. Los Cayados también sugieren una contraposición sugestiva de interpretaciones entre el silencio y el grito, la resignación y el reclamo

cayado

Del lat. vulg. *caiātus, y este del lat. tardío caia 'cayado'.

1. m. Palo o bastón corvo por la parte superior, especialmente el de los pastores para prender y retener las reses.

2. m. Báculo pastoral de los obispos.

 

Cayadas reflexiona acerca de la relación dicotómica que se manifiesta actualmente entre la autoridad, el poder de gestación creativa defendido a toda costa por la mujer, y su condición todavía latente de víctima y copartícipe de ciertas dinámicas patriarcales. A pesar de que la mujer continúa siendo un soporte vital de la sociedad y la familia, matriz de la vida y la creación, continúa siendo silenciada desde muy diversas prácticas, discursos sociales y culturales. Muchas de ellas son conscientes de esa dramática situación, alzan su voz en contra de ella, pero otras sencillamente asumen una actitud impasible.

La palabra Cayadas se escribe con y, en referencia al cayado o bastón tradicional, y el denominativo utilizado para inducir silencio, voz omitida, se escribe con ll. Esta relación de inducción fonética y contrasentido gramatical, ha sido manipulado en el título de la obra para potenciar esas nociones de contraste irónico, de perspectiva paradójica, entre los poderes femeninos instaurados y los recursos de detractación cotidianos, sutiles, que contra ellos se revelan, desde afuera o desde dentro del propio género.  

La instalación consta de un cayado con figura de vagina, instalado en primer plano frente a un fondo pictórico que representa al universo y sus dimensiones paralelas.